martes, 10 de septiembre de 2013

Lo inesperado



Lo inesperado

Lo inesperado sucede. No sucede cuando nos ponen etiquetas. Desde niño oyó: “Se parece a su abuela en el rostro y el carácter”. O bien: “Es un clon del padre en lo hábil y entrador”.
El padre aseveró: “Menos mal que tenés la inteligencia de tu madre”.
Un hermano dijo: “Se parece al abuelo, que sabe contar lindos cuentos”.
Fue de visita a Italia y los parientes afirmaron: “Questi è una copia dello zio Bonifacio… così buono e  generoso”.  Otros, luego de oírlo razonar,  tenían una opinión distinta: “Ma no, lascia perdere… questi è simile a la zia Rosa, cosí dura di testa”.
          Viajó a España, para no quedar rengo. Los parientes levantaron las manos para abrazarlo: “Oh, que parecido al abuelo Domingo, que era un pedazo de pan”. Algunos, fascinados por la frescura fogosa del joven, no tardaron en apuntar: “Es igualito a Manuela, tan comandante”.
          Cuando ya era grande, el hombre se puso a meditar sobre su vida y concluyó: “Agradezco al Todopoderoso que me ha dado gratis a la familia… Sin embargo, tengo nombre distinto y soy un sujeto diferente: nadie aguardaba a un tipo así. Lo inesperado sucede. Soy yo mismo y ningún otro. También agradezco al Señor mi Dios, que me regaló esta identidad. Me parezco a todos y no me parezco a nadie.”

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