miércoles, 3 de septiembre de 2014

76 Muere un ateo

Muere un ateo
   José Demare fue un eximio profesor de inglés. También pulió lo que otros me habían enseñado. Con él había un tema tabú: no se podía hablar de religión. Según decía, era ateo.
   Durante diez años desde 1969 nunca falté a sus clases individuales de noche, aunque a veces quería que participara en algún grupo vespertino con una o dos personas más. Así conocí a Angel Candreva y un muchacho inteligentón de apellido Gallo.

   Un día de enero de 1979 recibí un llamado. Era su hermana. Me dijo:-Mi hermano José está muy enfermo y pide si puede visitarlo. Recibí las señas y fui. Demare estaba en cama con los signos imperiosos de un mal radicado. Se puso feliz – una manera de decir – de que lo visitara. Le pregunté: -Quiere recibir los sacramentos de los enfermos. Respondió con claridad: - Por favor, sí. Estoy grave y quiero partir en paz.  Celebré los ritos católicos y elegí con cuidado las lecturas de la Biblia. Cuando acabé, él, que me llamaba por el nombre de pila,  susurró: -¡Gracias, padre!

No hay comentarios:

Publicar un comentario