miércoles, 3 de septiembre de 2014

87 Villa Allende (1)

 Villa Allende (1)

  Mi tocayo pidió que lo acompañara a Córdoba. Necesitaba alquilar una casa amplia para su numerosa familia. Pese a su juventud, había sido nombrado gerente regional de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales, conocidos como YPF.
   Viajamos en su auto. Un sábado, para comprar los diarios cordobeses del domingo y ver las propiedades que se alquilaban en los alrededores. No recuerdo ahora muchos detalles de la estadía.
   Cuando me levanté ya estaba él marcando las probables casas. Fuimos a Villa Allende. Y nos dirigimos a una casona moderna y con buen aspecto. Llamamos. Salió una mujer cincuentona vestida con un deshabillé estampado con flores. Aunque era verano, se había colocado encima un saco de lana o hilo fucsia de color.
   Observaba lo que sucedía entre ellos: cuánto pedía ella y cuánto estaba dispuesto él a gastar. Estábamos frente a la plaza del pueblo o villa. En una esquina cercana se divisaba una iglesia a medio terminar: "gótico en Córdoba", pensaba. Pocos negocios se notaban, porque el lugar era residencial y las compras se hacían en otra parte.

   Al fin, con  dificultad llegaron a un acuerdo. La dama repetía, "por nuestro abolengo llevamos un tren de vida alto y por eso el alquiler también lo es". El sol ahora brillaba pleno y hacía relucir los árboles y arbustos del sitio aquel.  Saludamos cordialmente a la dueña. Y salimos a tomar aire puro. Osvaldo, un poco cansado del negocio, afirmó acerca del atuendo gastado de la dama en cuestión: "El abolengo le salía por los codos".

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