Episodios
del alma (4)
Un
chico en la noche
Te ves en tu ciudad, Buenos Aires, a fines
de abril de 1950. Has estado bromeando con tu hermano Leonardo a las 20:25. Una
hora más tarde vienen a anunciar que ha sufrido un horrible accidente y lo han
llevado al hospital Salaberri (hoy inexistente) y de ahí a la clínica del
doctor Matera en Flores (que ya no está). A media noche sabes que la muerte ha
caído insólita a tu compañero de habitación.
Tu familia es sacudida por un huracán. La
casa feliz se llena de lamentos. Mujeres cuyo rostro olvidaste hace tiempo,
consuelan a tu madre. No sabes lo que pasa con tu padre y tus hermanos. Con tus
16 años rondas cerca del dormitorio de tu mama, tan afligida. Aún no han traído
el cuerpo inerte de su hijo.
En plena noche, algunas de aquellas doñas te
ve inquieto y dice: - Ve a la farmacia y compra agua de azahar!. No sabes qué
es eso, si bien obedeces. Bajas las escaleras y de pronto te encuentras solo en
la avenida Rivadavia mal iluminada. Mientras cruzas la calle hacia la vereda de
enfrente, sin aviso previo, brota de tus ojos un torrente de lágrimas
imparable, desconsolado, agobiante. -
¿Qué hace en medio de la tiniebla más negra un muchacho solo?
Salido de algún portal el vigilante de la
cuadra se acerca y pregunta: -¿A dónde vas, pibe? Entre lágrimas y mocos, como
puedes señalas la farmacia de Leopardi. El hombre piadoso toma tu hombro
izquierdo, sabiendo como sabe, lo que ha sucedido, te lleva en silencio a la
farmacia. Se encarga de pedir esa famosa agua y paga.
La lluvia del lloro sigue imperturbable y
desoladora. La puerta de calle está abierta en ese tiempo de buen vecindario.
Subes o te sube y entrega el paquetito.
Te pone la mano en la cabeza y vuelve a su puesto. Lo que sigue después
ya no lo recuerdas tanta es la conmoción en cada lugar en tu hogar. Sólo vez a
un chico flaco en una noche oscura, que continúa sollozando en algún rincón,
olvidado de los demás.
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