86 Ryan y Sarah Demont
Los conocí en casa de Mike y Edith Mares.
Eran treinteañeros. Estaban casados y no tenían hijos. Sarah, la hija, miraba
con ojos opacos, o quizá fuera sólo mi impresión.
La comida era en el jardín, un barbecue, como llaman allá al asado. Me
conformé con un poco de ensalada roja y verde de una lechuga arepollada.
Sin proponérmelo quedé sentado junto a
Sarah. Me contó la pena que tenían por no tener hijos. Ryan trabajaba mucho y
ella también. Entonces le dije: "Ustedes tienen casa pero no hogar. Repuso: "
- Pronto tendremos nuestro hogar en otro sitio.
- Pronto tendremos nuestro hogar en otro sitio.
Se acercó el joven marido y les espeté:
- ¿Por qué no vienen el sábado que viene a las nueve para recibir una bendición especial pidiendo los hijos que quieren? Aceptaron.
- ¿Por qué no vienen el sábado que viene a las nueve para recibir una bendición especial pidiendo los hijos que quieren? Aceptaron.
El día apuntado estaba un poco nervioso
porque había pasado la hora y no llegaban. Allí rige la puntualidad. Sin
embargo, unos minutos después entraron. La imposición de manos a los dos
arrodillados duró media hora. Al terminar se sentaron unos minutos, con ojos
brillantes y oyeron que les decía:
- Los hijos vienen cuando se prepara un nido. Deberán hacer ajustes (tweaks, dije) sobre horarios y tiempos dedicados al amor.
- Los hijos vienen cuando se prepara un nido. Deberán hacer ajustes (tweaks, dije) sobre horarios y tiempos dedicados al amor.
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