miércoles, 3 de septiembre de 2014

83 Visita al hospital Italiano

83 Visita al hospital Italiano

   Gustavo me avisó que su papá estaba internado en el Italiano. Mi relación con los Ledwith había sido bastante fluida mientras vivió Cristina Keogan. Luego, como suele suceder, nos dejamos de ver.
   Luis era el menor de los hijos. Lo conocí cuando era adolescente y por eso, rebelde, en especial conmigo. Sin embargo, presidí su matrimonio y fui varias veces a su casa cuando la familia recién comenzaba.
   Lo visité en el hospital. Me atendió bien, según su estado. Dijo: -Estoy esperando una cirugía del corazón. Pregunté: -Quieres recibir los sacramentos. Contestó calmado: -No. Ahora soy ateo.
   Por entonces, 1974, vivía bastante cerca, en la casa del jardinero de la Casa de Jesús. En la del capellán habitaba el cardenal Aramburu. Así que pude hacer otras visitas a Luis. Me contaba la vida de los demás pacientes de la sala, porque hacía más de un mes que guardaba cama y conocía a casi todos. Sólo un día pidió: -Rezá por mi pues mañana me operan.

   Dos días después, tarde de verano a principios de 1975, fui a ver como andaba. Entre en la sala y vi el colchón doblado en dos. Sentí angustia. Busqué a la hermana de la sala. Por suerte, la encontré. Pregunté: -¿Dónde está el muchacho irlandés de esa cama? Retrucó: ¿Quién, el que me respondía el rosario de cada tarde, dando un ejemplo hermoso a los otros? –Sí, seguramente ése. –Ya no está más aquí. Murió esta mañana. Salí como borracho del hospital y cuando llegué a la calle brotó un torrente de llanto desde adentro, imparable, inconsolable, que caía sobre mi ropa, y bañaba mi rostro aterrado. No recuerdo haber llorado tanto, salvó cuando murió mi hermano, veinticinco años antes. Luis se había ido haciéndome la última broma de su vida.

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