miércoles, 18 de septiembre de 2013

La monja y el futbolista



  

La monja y el futbolista
   Se sentó una joven religiosa vestida  con los hábitos de su congregación para el viaje a su provincia. Su rostro era diáfano y plácido, aunque se podía sospechar que conocía bastante de la vida dura de la gente.
   Subió apurado un joven deportista mirando despistado qué lugar le habría tocado. Justo era  al lado de la muchacha. Llevaba un bolso inmenso que tuvo tropiezos para poder ubicarlo entre el techo y la red. Al fin, ubicadas sus pertenencias, pudo sentarse. Miró a la monja bonita y pensó: “Aquí no hay levante posible”.
   Entonces, como Dios es autor de las sorpresas y maravillas, se inició una conversación interesante entre los dos. Son esas charlas que los deportistas no tienen idea de que puedan existir, o si lo saben jamás se meterían en ellas. Sin embargo, el tema dio para oír algunas cosas para las cuales ese chico no había sido preparado.   El muchacho jovial  y lleno de vigor, quedó entusiasmado por las cosas que decía la hermana.
   De pronto, el joven le dijo a quemarropa: “Hermana, sabe que fantástico sería que  a todo ese amor por la gente  y ese fuego de vivir que usted tiene, le pudiese agregar las relaciones sexuales. Entonces, usted  sería maravillosa”.
   La hermana respondió de inmediato: “Querido futbolista, sabe usted que  fantástico sería que usted supiera la diferencia que hay entre el real amor y las relaciones sexuales”.

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