jueves, 29 de agosto de 2013

Mi abuelo



Mi abuelo
Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola,
y Jesús les dijo:
A ustedes se le concede conocer los Misterios del Reino de Dios;
a los demás sólo con parábolas
(para que se cumpla la Escritura que dice):
«al ver, no vean,
y al oír, no entiendan».  Lucas 8: 9-10
   Mi abuelo estaba en silla de ruedas, nadie sabía por qué. No nos interesaban esos
detalles, sino sus historias. Una vez lo invitamos a referir un relato sobre su maestro.
   Aceptó con un rostro pícaro  y  nos describió qué hacía  el santo abad  Pedro el Bueno cuando estaba inmerso en la oración.
   Entonces, el abuelo se concentró. Bajo los ojos un instante. Parecía un canario antes de su concierto. Luego, se puso de pie mientras oraba  y el Misterio lo encuadró  muy hondo. Boquiabiertos miramos cómo empezó a balancearse y mover los brazos  para mostrar luego cómo brincaba y danzaba  su maestro.
   Desde ese momento, el abuelo no usó más el arnés.
   Así deben contarse los relatos.

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