Mi abuelo
Le
preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola,
y Jesús les
dijo:
A ustedes se le concede
conocer los Misterios del Reino de Dios;
a los demás sólo con
parábolas
(para que se cumpla la
Escritura que dice):
«al ver, no vean,
y al oír, no entiendan». Lucas 8: 9-10
Mi abuelo estaba en silla de ruedas, nadie
sabía por qué. No nos interesaban esos
detalles, sino sus
historias. Una vez lo invitamos a referir un relato sobre su maestro.
Aceptó con un rostro pícaro y nos
describió qué hacía el santo abad Pedro el Bueno cuando estaba inmerso en la
oración.
Entonces, el abuelo se concentró. Bajo los
ojos un instante. Parecía un canario antes de su concierto. Luego, se puso de
pie mientras oraba y el Misterio lo
encuadró muy hondo. Boquiabiertos
miramos cómo empezó a balancearse y mover los brazos para mostrar luego cómo brincaba y
danzaba su maestro.
Desde ese momento, el abuelo no usó más el
arnés.
Así deben contarse los
relatos.
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