Gente de colegio
El celador viene refunfuñando entre dientes. La secretaria
deja escapar una grave risita. En la sala ríen bonancibles mujeres. Es tan
aburridor el papeleo, que es bienvenido cualquier episodio que merezca un
chisme. ¡Qué desafinada es la cháchara de las empleadas! El muchacho de quinto
carraspea levemente para entonarse la garganta. Dice: “No fui yo”. Sin embargo, el pez por la boca muere y le
atraen con un anzuelo. Pica el desdichado. “Tiene cinco amonestaciones”, dijo
una con ese tono vulgar de los barrios alejados. “Si quiere, puede ir a
conversar con el Rector”.
Nadie se atreve a visitar a Félix Nattkemper. Es un
bulldog. “Si fuera la esposa, Nina, vaya y pase. Nattkemper… me echa”, piensa
el chico. Y se va. Justo llega para el
recreo. Los camaradas lo encierran haciendo mil gestos dignos o abominables,
ridículos o sublimes, amistosos o malvados. Otros se sonríen con muecas que
bien pueden ser la brutal risa de los diablos. “¿Cómo te fue?”, preguntan
anhelantes. “Cinco o Nattkemper”, contesta. “Andá, loco, andá”, dicen mientras
el carcajeo les retoza el gañote.
Medita el joven mientras asoma el espectro de una sonrisa:
“¿Y si voy a hablar con el viejo mastín?” Los colegas lo asustan: gruñendo inventan
historias sobre el Rector, y hacen
buches para no matarse de la risa. Decide: “No voy nada. ¿Y si me pone de pie
fuera del aula para aleccionar al colegio, como hace el gordo Alessio? ¿A qué
hora llego a casa yo, que vivo en la loma de la miércoles?” En los telares
locos de su imaginación, piensa el chaval en su adusto padre, con esos labios
de carnaduras espesas, un poco cubiertos por los mostachos. El hombre escucha a
su hijo como quien oye llover. Pregunta: “¿Hasta la de literatura, hasta la Chiappori
te puso diez? ¿No le habrás besado los párpados a esa mujer? ¿Cómo un pibe que
saca diez en cada materia, tiene cinco amonestaciones?” El muchachito se atreve y dice: “En la clase
de Madeleine Vanhulente, la de francés, solté una ventosidad gigante”. El padre
agrega: “Menos mal que no te pasó lo de Sancho asido al Quijote”.
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