62 Diálogo con el esposo
(Llega el esposo cansado del día. Se lava
bien las manos y la cara.)
-La noche se fue y todavía
estamos aquí
(Se saca el saco y lo coloca en una percha)
-Mis amigas salieron a cenar.
(Se libera de los zapatos y los deja
lejos de la cama)
-No comemos afuera desde hace
como dos años.
(Comienza a quitarse la corbata)
-Claro, total ¿qué te importa? A
vos de mí nada te importa.
(Deja la fina corbata en su lugar)
-En cambio, te hago la comida, te
limpio la ropa…
(Se quita lentamente la camisa de
poplín y la deja en un cesto)
-Claro, vos dirás que gasto
mucho, pero ¿qué querés?
(Con cuidado cuelga los pantalones
desde la botamanga en la percha especial)
-Sabías que yo era una mina cara.
Sabías que mi familia nunca me negó nada. ¿Qué esperabas? ¿Qué me arreglara con
tu sueldo miserable?
(Va enrollando con cuidado la colcha
y la coloca a los pies de la cama)
-Mejor empecemos a pensar en
separarnos y no es que cada viernes te venga con la cantilena. Hoy es
definitivo.
(Se acuesta y se cubre con la sábana
impecable)
-No te vayas a la cama. No te
duermas que te tiro agua en la cara.
(Se da vuelta y queda sobre su
costado derecho)
-¿Así que te hacés el sordo?
Bueno vas a hablar directamente con el Dr. Balmaceda, mi abogado.
(Tiene los ojos entrecerrados)
-Ah, abriste los ojos, ¿no?
(Se mueve inquieto)
-Es así nomás, me decidí.
(Se queda de espalda)
-Ojo, para que no te infartes: la
casa de Recoleta, la de Pilar, la de Gesell, y la de Punta del Este quedan para
mí y los chicos.
(Abre grandes los ojos)
-Ah, abriste los ojos. ¡Andá
despertándote!
(Se da vuelta y queda sobre el
costado izquierdo)
-…Y como máximo te quedará el
departamento de Martínez, lo único que aportaste al casamiento. Lo demás…
querido … si no fuera por papi. No pusiste ni un peso. Así que…
(Se sienta en la cama)
-Por fin te incorporás. ¿Qué
pensás hacer?
(Se levanta y busca una toallita
mojada en agua fría para secarse la frente y dormir fresquito en la noche de
verano)
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