64 El hijo
La mujer se moría. Para salvarla necesitaba
Agua de vida, que era muy difícil de conseguir.
El hijo mayor dijo: Voy a buscarla. Cuando
llegó al cruce de caminos, un enano le preguntó: ¿Adónde vas? –Tonto, le dijo
el joven arrogante, -¿qué te importa?-. Siguió y se perdió.
El segundo hijo dijo: Mi hermano no llega.
Voy a buscar el Agua de vida. Al llegar al cruce, el enano lo interrogó:
¿Adónde vas? – Tonto-, dijo el joven arrogante, ¿Qué te importa? Siguió y se
perdió.
El hijo menor pensó: Mis hermanos no llegan.
Mejor voy a buscar el Agua de vida.
En el cruce, el enano le preguntó: ¿Adónde
vas? El hijo menor le respondió: ¿Sabes en dónde puedo hallar Agua de vida para
mi mamá que se muere?
-Si- dijo el enano. Y le explicó cómo
obtenerla. Le dio un martillo y dos panes. Había que golpear una puerta, y
aparecerían dos leones, que se calmarían con el pan. –Debes buscar el Agua
antes de las 12, porque se cierran las puertas.
-Gracias, repuso el hijo menor. Encontró la
realidad como la había descrito el hombre bajo.
Tomó un poco del Agua de la fuente en una cantimplora y volvió a tiempo
para salvar a la madre.
Sin agua morimos secos e infecundos. Hay dos
clases de agua: la del bautismo y la de las lágrimas por nuestras fallas.
Solo regado por esas aguas puede el grano
sembrado morir y ser fecundo.
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