miércoles, 12 de marzo de 2014

64 El hijo



64 El hijo
   La mujer se moría. Para salvarla necesitaba Agua de vida, que era muy difícil de conseguir.
   El hijo mayor dijo: Voy a buscarla. Cuando llegó al cruce de caminos, un enano le preguntó: ¿Adónde vas? –Tonto, le dijo el joven arrogante, -¿qué te importa?-. Siguió y se perdió.
   El segundo hijo dijo: Mi hermano no llega. Voy a buscar el Agua de vida. Al llegar al cruce, el enano lo interrogó: ¿Adónde vas? – Tonto-, dijo el joven arrogante, ¿Qué te importa? Siguió y se perdió.
   El hijo menor pensó: Mis hermanos no llegan. Mejor voy a buscar el Agua de vida.
   En el cruce, el enano le preguntó: ¿Adónde vas? El hijo menor le respondió: ¿Sabes en dónde puedo hallar Agua de vida para mi mamá que se muere?
   -Si- dijo el enano. Y le explicó cómo obtenerla. Le dio un martillo y dos panes. Había que golpear una puerta, y aparecerían dos leones, que se calmarían con el pan. –Debes buscar el Agua antes de las 12, porque se cierran las puertas.
   -Gracias, repuso el hijo menor. Encontró la realidad como la había descrito el hombre bajo.  Tomó un poco del Agua de la fuente en una cantimplora y volvió a tiempo para salvar a la madre.
   Sin agua morimos secos e infecundos. Hay dos clases de agua: la del bautismo y la de las lágrimas por nuestras fallas.
   Solo regado por esas aguas puede el grano sembrado morir y ser fecundo.

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