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Maravillas guaraníes
En Paraguay quedan los mejores restos de las
misiones cristianas en los s. XVII-XVIII. Lo que ven los ojos sólo puede
contarlo el corazón. Es vital saber cuáles son esas reliquias.
Se trata de enormes aldeas alrededor de una
plaza inmensa (“plaza de armas”) A esa plaza miran el templo principal y las
casas de los indios guaraníes. Junto al portal que da ingreso a la plaza hay la
torre del vigía con las campanas. A un lado del tempo hay un claustro con un
jardín privado que usaban los Patres,
los caciques y los niños del colegio. Rodean al claustro, la biblioteca, el archivo,
las despensas, los talleres especiales. Las casas y demás habitaciones dan a
unas largas galerías con techo asentado en columnas: son los corredores yeré, que se usa en aquel país hasta
hoy.
Cocineros y otros trabajadores se levantan a
las 5 de la mañana, con los Patres.
El resto a las 5.30 para media hora de oración.
Hay un Pater
o dos a lo sumo. La misión jesuita es dirigida por un consejo de caciques.
Ellos deciden los horarios, las tareas, los viajes, las compras, las ventas y
todo lo que atañe a la vida material. El padre celebra los sacramentos, atiende
las confesiones, y se dedica a tareas de índole cultural o espiritual. Así si
es músico, enseña a cantar y a tocar instrumentos; si es arquitecto, diseña
hasta el último detalle la construcción de los edificios; si es escultor, tiene
un grupo de alumnos que copia exactamente (y mejor) al maestro; si es
lingüista, se dedica a componer diccionarios, libros en guaraní y catecismos.
Las misiones tienen las imprentas más famosas, que no hay en ninguna ciudad.
Algunos museos, como el de San Cosme y San
Damián, y el de Santa Rosa, guardan
apiñadas asombrosas imágenes o grupos con sus colores y su oro original.
Sólo quien ha visto estas cosas pasmosas puede dar testimonio del nivel
espiritual al que habían llegado los
guaraníes. ¿Qué quedará de esta riqueza
cultural? Esperamos que no suceda lo que hizo el dictador José Gaspar Rodríguez
de Francia (1766-1840) con los restos guaraníes en la actual provincia de
Misiones: arrasó con todo lo que pudo, pese a la política de buena vecindad con
otro dictador José Manuel de Rosas.
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