lunes, 4 de noviembre de 2013

Hamburguesas



43 Hamburguesas
  Se movían incansables en el patio infantil chicos de 9 a 14, cada tarde. Un día me detuve a contemplar su juego. Decidí invitar a cenar a quienes quisieran estar un rato conmigo. Conseguido el permiso, nueve pibes estaban en la lista.
   Llegó la fecha. Compré pan, diez hamburguesas y diez helados. A la hora fui a la canchita y pregunté: “¿Quiénes son los chicos que van a venir?” Sorpresa. Veinticinco manos se levantaron. “¿Cómo hago si sólo tengo diez hamburguesas?” Contestaron: “No importa lo que comamos. Queremos estar junto a usted.”
   Hube de repartir las hamburguesas y helados entre tantos y la cena que iba a durar más tiempo, se despidió en unos minutos. Los rostros lucían bañados de alegría por el bocado recibido. “Y ahora ¿qué hacemos?” dijeron. “Vamos a jugar a la pelota”. Me senté en el suelo. Estuve observando más de una hora. Me miraban de reojo. Mi cuerpo recostado sobre el muro era parte de la cena.
  Pensaba: “¿En esta cosa trivial encuentro un mensaje divino? ¿Quién conoce la otra sorpresa, que me dará Dios con “los chicos que juegan”?
   En la casa ellos decían: “Voy a la Iglesia”. Eran chiquilines que no estaban bautizados, ni habían hecho la primera comunión, ni confirmación, ni iban a Misa. Venían a “su patio”.
   Cuando maduren dirán: “De chico, yo iba a San Gabriel y pasaba momentos estupendos.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario