44 El corderito
Eran dos hermanos, hijos de un
campesino. El mayor heredó la quinta. El otro dijo: “Voy a la ciudad a
trabajar: ganaré mucha plata”.
Dicho y hecho. En la ciudad
consiguió un buen trabajo. Vivían en el último departamento de una casa chorizo
de la calle Yerbal. El fondo daba a las vías del ferrocarril. Había
mucho ruido de trenes y mucho polvo. Recordaba la tierra querida en dónde había
nacido y se había criado. Eran campos repletos de espigas de oro y girasoles
curiosos. El joven sintió nostalgia del campo.
Su esposa tuvo una idea. La casa
tenía una puertita que daba al pasto de los terrenos junto a las vías.
Consiguieron permiso, alumbraron, trajeron ovejas desde lejos y las pusieron
sobre el pasto. Empezaron a creerse en casa. Llegó el verano. Nació un
corderito. Irradiaban gozo.
A las semanas, el animalito corría
por el lugar. Se fue haciendo fuerte y engordó.
Una tarde al
volver de su tarea, el muchacho tuvo deseos de ver al corderito y fue a la
tierra. El animal no estaba allí. Angustiado llamó a la esposa. Las ovejas se
notaban agitadas. El hombre vio que sobre el terraplén había huellas de sangre
y lana blanca. Al ver la cabeza del corderito, entendieron. Alguien lo había
robado y enseguida, degollado. Se había llevado el cuerpo. Agua de dolor mojó
sus rostros sudados.
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