lunes, 4 de noviembre de 2013

El corderito



44  El corderito
  
   Eran dos hermanos, hijos de un campesino. El mayor heredó la quinta. El otro dijo: “Voy a la ciudad a trabajar: ganaré mucha plata”.
   Dicho y hecho. En la ciudad consiguió un buen trabajo. Vivían en el último departamento de una casa chorizo  de la calle Yerbal. El fondo daba a las vías del ferrocarril. Había mucho ruido de trenes y mucho polvo. Recordaba la tierra querida en dónde había nacido y se había criado. Eran campos repletos de espigas de oro y girasoles curiosos. El joven sintió nostalgia del campo.
   Su esposa tuvo una idea. La casa tenía una puertita que daba al pasto de los terrenos junto a las vías. Consiguieron permiso, alumbraron, trajeron ovejas desde lejos y las pusieron sobre el pasto. Empezaron a creerse en casa. Llegó el verano. Nació un corderito. Irradiaban gozo.
   A las semanas, el animalito corría por el lugar. Se fue haciendo fuerte y engordó.
   Una tarde al volver de su tarea, el muchacho tuvo deseos de ver al corderito y fue a la tierra. El animal no estaba allí. Angustiado llamó a la esposa. Las ovejas se notaban agitadas. El hombre vio que sobre el terraplén había huellas de sangre y lana blanca. Al ver la cabeza del corderito, entendieron. Alguien lo había robado y enseguida, degollado. Se había llevado el cuerpo. Agua de dolor mojó sus rostros sudados.

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