Vuelan las notas
en el Kimmel,
en el Kimmel,
trinan los violines
los cellos imitan.
Las flautas siguen a Purcell
alegrando clarinetes.
¿De qué otro modo,
melodioso Britten,
podrían aprender los chicos?
Sabe de suavidades
el experto en cifras.
No olvida a quienes
les es preciso
ver la vara de Moisés.
Es turno de los saxos,
y luego cantan los oboes.
Los fagotes exultan
y el timbalista afina.
No hay flores ni verde
en el inmenso sarcófago
sólo cabe la armonía sonora
para despertar a los muertos.A Ale y Marisa
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